jueves, 21 de junio de 2012

Bunburista


Cada ocasión que escucho el trillado discurso calderonista una imagen desoladora se instala cómodamente en mi mente para perturbarme cada segundo que asimilo las palabras que vomita a través del televisor. La perorata oficial adquiere, conforme transcurre el discurso, un tono de voz más elevado y agresivo cuando el mandatario recuerda toda manifestación civil contra la violencia. Para él no existe el pueblo ni las víctimas: todo se reduce al costo de la guerra. La personalidad de Calderón a veces cambia y se muestra comprensible ante las necesidades de la población mientras en otras ocasiones se muestra bonachón.

Lo mismo sucede con las televisoras mexicanas que durante años han manipulado cada segundo la realidad que vivimos mostrando al televidente una farsa que han idealizado como el único camino para encontrar la felicidad. Sí eres pobre la fortuna te llegará por si sola; si eres adinerado una desgracia cambiará la mentalidad capitalista; si eres feo una hermosa modelo perderá la cabeza por ti. En suma crean programas que poco tienen que ver con reafirmar los valores que la sociedad ha olvidado casi por completo para justificar el gobierno que tenemos más no el que merecemos. 

Para las televisoras hoy más que nunca necesitan mantener a la ciudadanía flotando en un mar de historias inverosímiles para que no cuestionen nada acerca de las decisiones y ocurrencias del mandatario de México. ¿Será cierto que estamos pagando impuestos para sufrir?
 La importancia de llamarse Ernesto es una de los obras de Oscar Wilde a la que recurro cada vez que habla Calderón, quiero decir que en ciertos momentos es Felipe y en otras ocasiones es Bunbury. Para Wilde, Bunbury es totalmente inestimable, un personaje enfermizo, creado para mentir en un tono altamente moral que conduzca a la salud o a la felicidad de uno. En efecto un bunburista es un ser mentiroso, irreal e inverosímil.

No obstante ello la guerra civil ha llegado a justificarse desde distintas perspectivas que sólo busca la aceptación de las mayorías y la desacreditación de las minorías que levantan la voz. Cada discurso bunburista pierde credibilidad cada vez más por aquellos mexicanos y mexicanas que viven la incertidumbre social. Asimismo, las televisoras que han unido fuerzas para enfrentar a quien ahora llaman el enemigo se convierten en otros bunburistas confirmados. Ante ello recurriendo de nueva cuenta a Oscar Wilde dice que la verdad rara vez es pura y nunca es simple. La vida moderna sería muy aburrida si fuera ambas cosas.