miércoles, 22 de mayo de 2013

Primera pieza.

Hace mucho tiempo decidí dejar de escribir más por una cuestión personal que por falta de voluntad. Un amigo cercano me invitó a escribir acerca de las mujeres pero me resistí no por falta de imaginación o experiencia personal sino por el hecho de que no sé hasta que punto conozco sobre un terreno vasto y bastante difícil.
Entonces me invitó a escribir una leyenda que conozco a la perfección: la mujer cola de lagarto. Es una leyenda cargada de misoginia, terror y abatimiento espiritual. No es exagerado si enfrento la realidad en la que vivo con la leyenda. La enseñanza que deja la leyenda es clara: atisbar con curiosidad el trasero de las mujeres en búsqueda de una protuberancia que me permita encontrar a la que anda en busca de un joven novio, no importa  de dónde sea: potosino, zacatecano, siciliano... Lo que importa es casarse y entregar al demonio las almas de un pueblo entero.
Así las cosas cada ocasión que visito aquel pueblo no dejo de busca aquella protuberancia es un poco perverso mirar traseros pero acaso no es de extrañar que alguna mujer tenga una cola escamosa, larga y verdosa. Lo cierto es que jamás la encontré, por el contrario sólo mi tierna mirada contempló traseros perfectos como el pan italiano y en forma de manzana. Todo ha sido una calamidad.