martes, 6 de noviembre de 2012

Ensayo sobre la indiscreción





Los secretos jamás han perdurado en mi memoria más de tres días tratar de borrar de mi mente información que a más de uno provocaría pensamientos iracundos, morbosos o reveladores, sería absurdo. No puedo concebir que un humano lleve en sus hombros una carga insoportable a causa de las malas decisiones de otro que no es capaz de contenerlo en sus entrañas. Imagino  fragmentando con cincel y marro esa loza pesada para quitarle peso a la culpa y distribuirla con aquellos seres que te ofrecen un par de oídos para después aniquilarte con sus indiscreciones entre todos tus conocidos.
En los tiempos actuales que vivimos desconfiar hasta de una tumba parece un acto sensato. Qué función cumple conservar un secreto en una sociedad colmada de falsedades, ficciones y simulaciones. Ahora, por ejemplo, una persona me está confiriendo un secreto íntimo: su perro Bull Terry es homosexual. Cómo puede considerarse la preferencia sexual de un perro como secreta si fornica con otro de su misma especie a los ojos de cualquier transeúnte.
Recuerdo que hace tiempo un conocido interrumpió mi alegría con una confesión intrigosa. Estábamos en una modesta cantina apestosa a cerveza y a desinfectante para inodoros en momentos era insoportable, para atenuar un poco el disgusto oteaba un tanto abúlico las fotografías antiguas de la capital potosina que pendían de los muros como si en realidad tuvieran veracidad histórica. Agitaba mi bebida constantemente para disolver a la perfección el licor con el agua mineral, el movimiento circular de los cubos de hielo en el vaso eran tan estridentes como los testículos de un oso polar.
-Sabes existen secretos de Estado, y eso me da miedo.
-Guárdatelo.
-Te lo voy a confesar pero no le digas a nadie. Estamos a punto de entrar en una crisis económica muy fuerte, compra plata.
Evidentemente, cualquier cosa puede considerarse como secreto si tú lo consideras como tal, por qué rematar con la expresión: Te voy a decir algo pero no vayas a comentarlo con nadie. No sé. Ocultar información que no tiene significado para la humanidad debe ser resbaladiza: inventar situaciones, accidentes, la dipsomanía del primer mandatario, la infidelidad de un gobernador, la extraña enfermedad que esta diezmando al político roedor, los robos, los pecados, los amores furtivos y las corruptelas, es un asunto de índole general y público. Ya nada es privado y confidencial. Finalmente, mi pecho dejó de ser bodega para abrir las puertas de la indiscreción.
  



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